Los tubos de aluminio son muy ligeros. Se estima que pesa un tercio del peso de los tubos de acero.
El aluminio, además, es resistente a la oxidación o la corrosión. Esto es porque forma una capa protectora como parte de su proceso de envejecimiento.
Gracias al tratamiento anodizado que reciben las tuberías de aluminio, el proceso de envejecimiento se acelera de forma artificial. Así, se consigue que el aluminio no pueda corroerse bajo ninguna circunstancia.
Al tratarse de tubos ignífugos, implican un alto nivel de seguridad en la industria.
Son excelentes conductores del calor y la electricidad.
El aluminio no es tóxico y es reciclable.
Son impermeables y muy fáciles de procesar en frío o en caliente.
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